La visita se inicia en la planta 0, sigue en la planta 2 y termina en la planta 1.

Planta 0

Las primeras piezas que encuentra el visitante son las de prehistoria, resultado de las excavaciones realizadas por el arqueólogo Ribetano Eudald Carbonell al frente del equipo Grober Xaialsa. El resto de una llanta de camión que quedó totalmente destruido tras un bombardeo en 1939, es la pieza simbólica en recuerdo de la Guerra Civil en Ripoll.

A partir de unas imágenes anteriores a la restauración se muestra una visión diferente del Monasterio de Santa María. Un fragmento de muralla descubierto durante las obras en el edificio, que complementa los restos de muralla existentes en diferentes zonas de la ciudad, finaliza el recorrido de esta planta.

Planta 2

El sonido de unas esquilas nos introduce en un pequeño y significativo espacio en recuerdo del antiguo museo, aquel ‘museo de museos’ que tanta gente recuerda y del que es heredero el actual. El diorama de los pastores, hecho en 1932 por Salvador Alarma y Josep Mestres Cabanes, une este recuerdo con la
nueva museografía que muestra de manera didáctica y modernizada las antiguas colecciones.
El trabajo de la tierra muestra las colecciones relacionadas con los pastores y campesinos, un sector muy importante en nuestra sociedad. Los objetos hablan de las personas que los han utilizado y de una sociedad, principalmente agraria y ganadera, que ve como el ritmo del cambio se acelera con la industrialización y la tradición desaparece en favor de la modernidad. El trabajo en el hogar y la vida en el hogar (ámbito dedicado casi exclusivamente al papel de la mujer) ayudan a dibujar una sociedad que no se puede entender sin la dimensión que tenía la religión y la presencia de la fe y las creencias en todos los aspectos de la vida.

El ámbito dedicado al tiempo libre nos explica que las aficiones de los hombres y mujeres de aquella época eran sencillas: cazar y jugar a cartas, bordar y hacer labores … y que el espacio habitual de juego de los niños era el calle, donde a menudo jugaba con objetos hechos por ellos mismos. Manualidades,
muñecas, soldaditos de plomo, peonzas, cajas de grillos …. y leyendas y cuentos explicados cerca del fuego y que se iban transmitiendo de padres a hijos.

Planta 1

La visita continúa en la primera planta donde descubrimos que no todo el mundo trabajaba la tierra. En la villa el artesanos elaboraban y comerciaban todo lo que la gente necesitaba: alpargatas, zuecos, botas de vino, velas, cestas, etc. y el sábado, día de mercado, las relaciones comerciales unían agricultores, pastores y artesanos.

La transformación social de nuestra comarca, como en muchas otras, viene dada por la implantación de la industria. En el caso del Ripollès es principalmente la textil, actualmente agotada, y que tiene sus orígenes en el trabajo artesano de la lana y el cáñamo, y la metalúrgica que se inicia en la época medieval y que todavía hoy tiene una importante presencia en la zona.

En las fraguas se obtenía un hierro de mucha calidad que era la materia prima de muchos otros artesanos: claveteros, herreros y armeros. Tres cuartas partes de la población trabajaba en oficios relacionados de manera directa o indirecta con el hierro y más adelante, cuando el hierro que se extraía del valle de Ribes deja de ser rentable, las fraguas se adaptan al trabajo del cobre y aparecen nuevos oficios como el de calderero. Las armas de fuego portátiles representan a lo largo de los siglos XVII y XVIII una de las industrias más prestigiosas y significativas de la población de Ripoll, por su cantidad y calidad. Tanto es así, que actualmente se encuentran de expuestas y conservadas en museos de todo el mundo, como París, Edimburgo, San Petersburgo, Chicago, Sudáfrica, etc.

La visita termina con las vitrinas del futuro donde el visitante participa de una reflexión que permite ver la sociedad del presente a través de nuestros objetos, del mismo modo que en el recorrido por el museo se ha podido descubrir la vida y la historia de una sociedad a partir de los suyos.